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Villacreces |
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Del pueblo de Villacreces, al noroeste de la provincia de Valladolid, en el límite con las provincias de León y Palencia, solo se conserva en pie una torre mudéjar desde la que se puede disfrutar de una hermosa panorámica de la Cordillera Cantábrica. También se pueden contemplar los restos de alguna casa en ruinas, bodegas y el cementerio. Poco queda del esplendor que este pueblo tuvo en el pasado, en el que predominaba la arquitectura en abode. En el siglo XIX tuvo hospital, ayuntamiento, juzgados, escuela y más de un centenar de habitantes antes de la guerra, además de infinidad de bodegas prácticamente hundidas en la actualidad. La torre se mantiene prácticamente intacta por fuera, pero su interior está bastante deteriorado.
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El sillón del Diablo |
Plaza Fabio Nelli, 0, 47003 Valladolid |
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Andrés de Proaza, un estudiante portugués de anatomia fue condenado a muerte por cometer asesinato y practicar necromancia. Antes de morir confensó que el sillón en el que se sentaba todos los días estaba maldito y tenía contacto directo con el diablo. Actualmente se puede ver en el Museo Provincial de Valladolid.
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El osario de Wamba |
Calle de la Iglesia, 47190 Wamba, Valladolid |
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El osario de Wamba se trata de un habitáculo de cargados matices fúnebres sin parangón en territorio español. Sin bien se tienen documentados otros osarios en el país, pocos de ellos visitables, ninguno es mínimamente comparable en forma y tamaño al que se encuentra este tímido pueblo situado apenas a 17 kilómetros de distancia de Valladolid. De hecho Wamba me trajo recuerdos de la versión original portuguesa en otras capillas de huesos en la región del Alentejo como Elvás, Campo Maior y compañía donde la historia nos muestra que la tradición de recopilar (y apilar) restos óseos siempre fue mucho mayor.
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La cruz de calaveras |
47671 Urones de Castroponce, Valladolid |
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La teoría más aceptada explica que pudo deberse a una epidemia que se cebara con los más débiles, niños y ancianos, entre los siglos XVI y XVII, momento en el que se sucedieron varias epidemias de peste negra y hambruna en Tierra de Campos. Para Jesús Callejo, autor de Lugares Mágicos de España y Portugal, la población fabricó esta cruz con los cráneos de algunos de los niños fallecidos a modo de talismán protector ante el probable riesgo de otras epidemias futuras.
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Escuela Escoceses |
Calle Bodegas, 52A, 47151 Boecillo, Valladolid |
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Gran edificio construido en 1798 por el Colegio de Escoceses de Valladolid. El lugar fue elegido para esparcimiento de los alumnos y que sirviera de sede en la época estival. Como respuesta al anglicanismo, los monarcas europeos favorecieron la aparición de colegios para los religiosos perseguidos en Gran Bretaña. Los primeros que abrieron sus puertas se ubicaron en París y Roma. Por su parte, Felipe II facilitó la creación de los Reales Colegios de Ingleses en Valladolid y otro de irlandeses en Salamanca, con el fin de formar en la fe católica a quienes desearan volver a sus países para difundir el catolicismo. El primer Colegio Escocés se fundó en Madrid en el año 1627. En 1771, Valladolid recibe a la primera promoción de escoceses que se instala en el Colegio de San Ambrosio. Así nace el Real Colegio Escocés de Valladolid. Durante la Guerra de la Independencia, los franceses ocuparon el edificio de Boecillo para alojamiento de oficiales y como panadería. A lo largo de los años que la guerra duró, multitud de edificios nobles y religiosos fueron objeto de saqueos. El Colegio Escocés de Boecillo no fue la excepción y, aunque perdió su mobiliario, no sufrió grandes desperfectos en su estructura. En uno de esos saqueos, Alexander Cameron II escondió el archivo y los ornamentos del Colegio en el campanario de Aldemayor de San Martín con la colaboración del párroco. Cuando las tropas francesas le convocaron para incautar los objetos de valor, les presentó un cáliz como único patrimonio. Se cree que otros cinco vasos sagrados de gran valor y la plata fueron enterrados en unas cuadras de Boecillo. En 1812 Wellington lo utilizó como cuartel general los días 30 de julio, 6 y 7 de septiembre y 29 de octubre. Por la correspondencia que mantiene el rector del colegio Cameron II con su tío (el anterior rector y constructor del centro en Boecillo) se sabe que se alojó también en el edificio el Príncipe de Orange que acompañaba al general inglés en la campaña de 1812. Wellington ocupó la habitación principal. Al abolirse en Escocia las leyes penales que impedían la existencia de seminarios católicos, el colegio vallisoletano fue perdiendo su sentido de ser, manteniendo una escasa actividad. A comienzos de la última década del siglo veinte los escoceses dejaron de utilizar los edificios de Valladolid y Boecillo y se desplazaron a Salamanca.
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La Casa de los Cadáveres |
Camino de la Virgen de la Merced, 47009 Valladolid |
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Esta casa abandonada se encuentra en las cercanías de Fuensaldaña y esconde una terrible y oscura historia. Durante unos años, una persona se dedicó a robar cadáveres del Cementerio del Carmen para depositarlos en la bodega de esta casa. Con esta extraña tarea, pretendía devolverle la vida a su madre. Finalmente, fue pillado con las manos en la masa y los cadáveres fueron devueltos a sus nichos y dicha persona enviada a un psiquiátrico.
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Sanatorio Tuberculosos Boecillo |
47151 Boecillo, Valladolid |
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Más de 30 años abandonado desde su inauguración hace más de seis décadas el antiguo sanatorio de Viana, en realidad en el término municipal de Boecillo pero nombrado así por su cercanía con el primer municipio, lleva mucho tiempo siendo un lugar de misterio y de historias tenebrosas. Esta enorme mole de casi 20.000 metros cuadrados y seis plantas comenzó su andadura como hospital de tuberculosos, y de ahí los continuos rumores de fantasmas y psicofonías. A día de hoy no se trata de más que un recogedero de ladrillos, grafitis, cristales y basura. Cuesta creer que en este edificio entraran más de 300 enfermos y que el Ayuntamiento de Boecillo, actual propietario, no haya sido capaz de venderlo a ningún postor en todo este tiempo.
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Monasterio de la Armedilla |
47313, Valladolid |
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El cenobio de Santa María de la Armedilla, hoy situado a menos de 4 km del pueblo de Cogeces del Monte, en la provincia de Valladolid, fue uno de los más poderosos del reino de Castilla. Su origen lo propició el descubrimiento por parte de unos pastores de una talla de la Virgen en una cueva cercana. Se tiene constancia de su existencia en el siglo XV cuando el infante Don Fernando de Antequera donó unos terrenos a la Orden de los Jerónimos. La vida de este monasterio fue muy activa hasta el siglo XIX, acometiendo sucesivos cambios de estructura, altura o extensión. Con la desamortización de Mendizábal, que entre 1835 y 1844 expropió numerosos bienes a la Iglesia, se inicia su decadencia y abandono final. Cuando hoy se recorren sus vestigios, de acceso libre, se reconocen la nave central de la iglesia sin cubrir y con el arranque de los nervios de la bóveda estrellada que la sostenía. También se ven restos del claustro, bodegas y cisternas, un horno y un palomar. Extramuros quedan trazos de la residencia palaciega del siglo XV que erigieron los duques de Alburquerque.
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Antiguo Convento de Carmelitas |
47219 San Pablo de la Moraleja, Valladolid |
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En el límite de la provincia de Valladolid se encuentra el desvío hacia este pueblo escondido tras una pequeña loma que nació al calor del Convento de las Carmelitas, del que todavía se encuentra en pie parte del mismo. Unos 112 habitantes conviven en este pequeño municipio vallisoletano que aun conserva edificios de interés turístico. Aunque otros no han sobrevivido al paso de los años como es el caso de la iglesia del Convento de San Pablo. Esta construcción perteneció a la orden de las Carmelitas Descalzas desde el siglo XVII y conformaba una bella construcción barroca de una sola nave cubierta con bóveda de cañón con lunetos decorada con yeserías. La portada aún se mantiene en pie y, junto a ella, se yergue la espadaña de dos cuerpos. En su interior tenía un claustro central de dos pisos, en el que existía un jardín y un pozo, además de tener otro patio y varios corrales. También poseía una bodega realizada en cantería. El convento tiene su origen en un establecimiento anterior correspondiente a una reunión de clérigos, alrededor del arcediano Hernán Velázquez, cuando una bula de Bonifacio VIII concedió indulgencias a sus visitantes. Velázquez hizo una donación de la casa a los carmelitas en 1315 y el lugar se convirtió en un centro de devoción. El convento carmelita fue especialmente protegido por monarcas castellanos como Alfonso XI, Juan I, Enrique III, Juan II y los Reyes Católicos. Durante la época de la desamortización del XIX, fueron sacados todos los bienes en pública subasta en 1843.
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